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DISCERNIMIENTO IGNACIANO

  • Sergio Alexei Vacio
  • 10 may 2016
  • 2 Min. de lectura

El discernimiento ignaciano (según San Ignacio de Loyola), es un proceso cuyo fin es elegir en oración entre los buenos caminos que sirven más a Dios.


Cuando se hace el proceso de elegir en oración, se hacen los ejercicios espirituales que son la base del discernimiento ignaciano. Consiste en oraciones, meditaciones y ejercicios mentales con el fin de examinar nuestra conciencia, razonar y contemplar nuestra alma y disponerla para quitar las afecciones desordenadas como el egoísmo y los apegos y así hallar la voluntad divina. Los ejercicios espirituales duran un periodo de 28 a 30 días.


El principio y fundamento es uno de los conceptos básicos del discernimiento ignaciano. Es la razón de ser de cada las personas, es decir la misión a la cual cada uno ha sido llamado: alabar, hacer reverencia y servir.


El discernimiento ignaciano también nos ayuda de la salvación de la infelicidad, del vacío, de la pérdida del sentido, del pecado y de la muerte para poder llegar a ser felices y vivir la vida con plenitud.


Durante la vida, los deseos profundos de nuestras almas se van afectando por el buen espíritu y mal espíritu. El buen espíritu nos mueve acompañado de la consolación, aumento de esperanza, fe, caridad y gozo interno. Mientras que el mal espíritu nos conduce a la desolación, engaños, tentaciones o engaños y da oscuridad al alma, nos da ansiedad, inquietud, agitaciones, entre otras cosas.


Según San Ignacio de Loyola, en cada persona existen tres voces internas: El buen espíritu que proviene de Dios, el mal espíritu que proviene del mal y las propias inclinaciones de cada uno.

El discernimiento ignaciano es un método que ayuda distinguir entre el buen espíritu y el mal espíritu y es gracias a la voluntad de Dios que nos ayuda a elegir el camino correcto.


 
 
 

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